Sólo la persona que ha convivido con un niño que tiene la costumbre de lloriquear puede conocer el grado de irritación que provoca esa penetrante y lastimera voz en su padre, en otras circunstancias amable y solícito.
Los niños con tendencia al lloriqueo suelen ser el resultado de la actitud de los padres que sufren el “síndrome de la ternura”. Son los hijos de padres que anteponen siempre las necesidades y deseos del niño a cualquier otra cosa y que, casi siempre, ceden ante sus lloriqueos. En consecuencia, el niño sabe que el lloriquear es un método efectivo para conseguir lo que quiere.
SOLUCIÓN:
1.- Ignore el lloriqueo. Los niños suelen hacer cosas que sacan de quicio a sus padres con el fin de atraer la atención de éstos. Si usted admite el lloriqueo, les refuerza su actitud.
2.- Nunca acceda a una petición que vaya acompañada de lloriqueos. Haga saber a su hijo que esa petición ni tan siquiera se discutirá mientras persista el lloriqueo.
3.- Dígale a su hijo que vuelva a pedirlo más tarde, pero en un tono de voz normal.
4.- Otorgue contrapartidas: “Cuando me hables en un tono normal, podemos ocuparnos de lo que quieres”.
NOTA: Cuando más tarde el niño se dirija a usted en un tono de voz normal, asegúrese de agradecérselo y de recompensarle de alguna manera; por ejemplo, dándole un abrazo 0 una palmadita en la espalda.
En el caso de que quiera comentarnos o tratar su caso en concreto, puede ponerse en contacto con nuestro Centro:
Centro de Orientación y Mediación Familiar Coordenadas. 951104757 Málaga centro. www.coordenadas.org